La siguiente página, basada 100% en la guía
de visita a la exposición Dioses del México
Antiguo, del Antiguo Colegio de San Ildefonso, es mi pequeña
contribución a la
laboriosa tarea que implica
el dar a conocer, a una mayor cantidad de personas,
la cultura y las artes desarrolladas por los pueblos de
América antes de la llegada del hombre europeo, hace ya más
de 500 años. Todos los créditos de la información aquí
contenida
deben de ser para las personas y sociedades enlistadas al final de la
página, mi único trabajo consistió en su
recopilación y el
ponerla al alcance de los usuarios de WWW.
Daniel Olguín
Depto. de Física,
CINVESTAV-IPN.
DIOSES
del
México Antiguo
del 9 de diciembre de 1995 al 4 de marzo de 1996 en el Antiguo
Colegio de San Ildefonso
El hombre es el gran hacedor de dioses. Transforma el barro y la piedra
para crearlos a su imagen y semejanza: les da vida plasmada de esta manera
en los múltiples rostros de los dioses antiguos. Así
como el hombre transfiere
su poder creador a los dioses, paradójicamente son los dioses quienes
dan vida al hombre. Hoy estamos ante la presencia de los dioses
ancestrales. Para ello hemos tomado como referencia principal a las divinidades
del centro de México,
con proyección
hacia otras regiones de Mesoamérica.
Aqí
podremos ver la concepción
que del universo tenían los
pueblos aniguos; conoceremos de los rituales que unían
al hombre con las deidades y nos transportaremos al tiempo de
los dioses, tiempo que se convertía en la
dualidad que nos lleva a estar frente al rostro de la vida ... y
la muerte.
Iniciemos, pues, nuestro recorrido.
Piezas exhibidas
Xipe-Tópec
Tlacaxipehualiztli o fiesta del "deso-llamiento de hombres"; se
celebraba en la segunda veintena del año.
Los ritos de desollamiento
estaban dedicados al dios Xipe-Tópec,
dios de la primavera, pues la tierra debe cambiar su piel muerta
por una fresca que permita el surgimiento de nueva vegetación.
Sala
1
El universo de los Dioses:
El espacio horizontal
Los pueblos prehispánicos
concebían
el universo en tres niveles: el celeste, el terrestre y el inframundo.
El primero estaba formando por trece escaños
y el inframundo por nueve. El nivel terrestre tenía
un centro fundamental por lo general expresado a través
del templo principal, centro en donde habitaba el dios viejo
o del fuego llamado Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli
y de donde partían
los cuatro rumbos del universo: el oriente, lugar
por donde sale el sol, identificado por el color rojo
y el glifo "caña",
regido por el dios Xipe-Tópec;
era la parte masculina del universo. EL poniente ,
de color blanco y con el glifo "casa", regido por
Quetzalcóatl; era la región
de las mujeres conocida como Cihuatlampa. El norte,
de color amarillo o negro, cuyo glifo era el "cuchillo de
sacrificio", estaba regido por el Tezcatlipoca negro; era
la región del frío y
de los muertos. El sur, el que correspondían
el color azul y el glifo "conejo", regido
por Tlalóc (Huitzilopochtli en la versión
mexica), lugar del sacrificio conocido como Huitztlampa;
era la región relacionada con lo
húmedo.
Cada rumbo se identificaba con un árbol.
En el centro había uno cuyas raíces se
hundían en el inframundo y su tronco
se elevaba de manera helicoidal, llegando su ramaje
hasta el nivel celeste.
Piezas exhibidas
Huehueteótl-Xiuhtecuhtli
Cihuateteo
Cilindro maya
Sacerdote de la muerte
Tláloc mixteca
Sala
2
El vértice sagrado: El espacio vertical
En sentido vertical, el universo se componía por el
nivel celeste y el inframundo. El primero estaba formado por
trece cielos, los iniciales relacionados con astros como la Luna,
las estrellas, el Sol, Venus, los cometas, o lugar de giro, y los
dos siguientes con colores. Sigue el lugar de las tempestades,
del noveno en adelante, eran cielos que habitaban las deidades
siendo el último
el Omeyocan o lugar de la dualidad.
Al inframundo iban quienes morían
de muerte natural. Había
que pasar por ocho lugares llenos de peligros para llegar,
finalmente, al Mictlín,
el noveno y más
profundo de ellos.
Atravesaban un río,
dos cerros que chocan entre sí,
la culebra que guarda el camino, el lugar de la lagartija verde,
pasar por ocho p´ramos,
atravesar ocho collados, el lugar del viento fríio
de navajas, cruzar un río
y llegar al Mictlán,
donde habitaban Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl,
dualidad de la muerte, en equilibrio con la dualidad
suprema que habita el Omeyocan.
Piezas exhibidas:
Piedra de Chalco
Huehuetéotl de Cuicuilco
Huehuetéotl
Caja de Tizapán
Lápida de los cielos
Adolescente y anciano aztecas
Xochiquetzal
Disco solar de Xochimilco
Plato con motivos solares
Sala
3
El espacio cósmico: El juego de pelota
El Juego de Pelota mesoamericano era la expresión
de la lucha diaria entre la noche y el día,
entre Tezcatlipoca y Quetzalcóatl.
Las canchas para el Juego tienen diversos tamaños,
desde aquéllas
con más
de 150 metros de largo, como es el caso de
Chichén Itzá,
hasta de pocos metros de extensión.
Los jugadores usaban protectores en la cintura, manos
y muslos y en ocasiones llevaban máscaras,
como se ve en algunas regiones de Oaxaca.
El ritual del juego era importante ya que simbolizaba
el acontecer cósmico,
la lucha entre los poderes diurnos y nocturnos; era la
lucha constante entre los dioses que estaba acompañada
con el sacrificio y la decapitación,
tal como se ve en Chichén Itzá
o El Tajín
y en relatos como el Popol Vuh .
Piezas Exhibidas
Jugador de pelota de Cuicuilco
Jugador de pelota maya
Jugador de pelota zapoteco
Lápida de Aparicio
Yugos
Palmas
Hachas
Marcador de Juego de pelota
Ofrenda
Jugador de pelota
Sala
4
El ritual y las ofrendas: El alimento de los dioses
El ritual fue fundamental para los pueblos
prehispánicos.
En ocasiones era la representación
de un mito o estaba relacionado con festividades y ceremonias.
Desde el nacimiento hasta la muerte, a lo largo del año
o para celebrar un acontecimiento, el ritual era parte
esencial de las ceremonias por medio del cual el hombre
rendía
culto a los dioses. Los templos, las grandes plazas, la casa,
todos ellos eran espacios de mayor o menor sacralidad en los que
el hombre expresaba, a través
del ritual, su vínculo
con lo sagrado.
El autosacrificio se celebraba en la intimidad, como
un acto personal de comunicación
con los dioses, cuya costumbre era generalizada entre toda la
población.
Se llevaba a cabo perforándose
ciertas partes del cuerpo con puntas de maguey o punzones de hueso,
que eran encajados ya ensangrentados en unas bolas de heno
llamadas zacatapayoli y todo lo cual quizá
era guardado en las cajas ceremoniales llamadas tepetlacalli,
para ofrenda a los dioses.
El sacrificio humano se celebraba con una piedra de sacrificios, un
cuchillo de pedernal y un recipiente para ofrendar los corazones,
llamado cuauhxicalli. Revestía
gran importancia ya que era la manera de que la muerte siguiera
la vida, tal como ocurría
en la naturaleza, en la que a lo largo del año
había una temporada
de secas donde las plantas morían,
y una temporada de vida, en que la lluvia hacía
renacer los frutos de la tierra, como parte de un ciclo
constante. De esta manera el hombre ofrendaba lo más
preciado, la sangre y la vida misma, para que a través
de la muerte surguiera la vida. El concepto de dualidad,
tan importante en el mundo prehispánico,
proviene de esta realidad presente en la naturaleza.
Culto a la muerte?, más
bien culto a la vida ...
a través
de la muerte.
Piezas exhibidas
Piedra de sacrificio
Cuchillo de sacrificio
Cuauhxicalli
Cuauhxicalli con flores
Corazón
Maquetas
Brasero
Lápida del autosacrificio
Zacatapayoli
Punzones para autosacrificio
Tepetlacalli
Teponaxtli
Tlaplanhuéhuetl
Chac Mool
Atavío ceremonial
Sala
5
El tiempo sagrado: La cuenta de los días
Tiempo y espacio eran las dos categorías
fundamentales del mundo prehispánico.
Cuatro edades o Soles habían
existido en el intento de los dioses por crear al hombre
y el alimento que habría
de sustentarlo. Fueron cuatro los Soles que a su vez se
destruyeron por la eterna lucha de los dioses. El
Quinto Sol nació
en Teotihuacan. Este es el Sol en el cual vivimos.
Fueron
los dioses quienes crearon los días,
los meses y los años.
Dieciocho meses de 20 días
componían
el calendario solar con un total de 360, más
cinco días
aciagos. El calendario lunar se componía
de 260 días.
Alguno códices
servían
para llevar la cuenta de los días
y el tiempo. Cada 52 años
había
una renovación
de los existente y se encendía
el Fuego Nuevo. El Xiuhmolpilli era el atado de 52 cañas
que simbolizaba en siglo. Era enterrado en altares adornados
con huesos y cráneos
de piedra concidos como Altar de los siglos.
Piezas exhibidas
Lápida de Palenque
Vaso maya con numerales
Numeral Ollin-Técpatl
Altar de los cuatro soles
Xiuhmolpilli
Altar de los siglos
Numeral
Numeral 1-Águila
Flor de cuatro pétalos
Numeral 3-Caña
Coyote
En su pecho lleva el numeral 2-Caña.
Lápida del glifo del año mixteco
Personaje de las tres caras
Sala
6
La dualidad vida muerte: Lluvia y sequía
La observación
que el hombre hacía
de los cambios ocurridos en la naturaleza lo
llevó
a comprender cómo
a lo largo del año
había
una temporada de secas y otra de lluvias, es decir,
de vida y muerte en un ciclo constante. De allí
que los conceptos duales estuvieran estrechamente unidos y
representados en muchas manifestaciones artísticas
desde las épocas
más
tempranas.
La dualidad vida-muerte se expresaba mediante un
rostro con la mitad viva y la otra descarnada, o por medio
de dos cabezas. El calendario y el culto a los dioses a los
largo del año
eran otra manera de expresar esa dualidad, donde quedaban
plasmadas las necesidades más
apremiantes del hombre antiguo: la agricultura como la
vida y la guerra como expresión
de la muerte misma.
Piezas exhibidas
Cabeza de Soyaltepec
Coatlicue de Coxcatlán
Deidad solar de Coxcatlán
Máscara Vida-Muerte
Figuras duales
Sala
7
Los dioses de la vida: El alimento de los hombres
Muchos son los dioses que se relacionan con la vida y variados
los atributos que les son propios. Ehécatl-Quetzalcóatl
es el dios del viento, elemento que precede a la lluvia, esta
última
representada por Tláloc,
dios del agua y del rayo, quien junto con Chalchiuhtlicue,
su esposa, guarda estrecha relación
con la tierra a la que fertiliza como también
los hace el sol para producir las plantas tan necesarias al hombre.
El crecimiento de las plantas está
regido por dedidades específicas:
Xilonen, diosa del maíz
tierno, y Chicomecóatl,
deidad agraria.
Tanto la siembra como el crecimiento y recolección
de los frutos se acompañaban
con rituales y ceremonias propiciatorias, ya que los dioses
tenían
su parte benéfica,
como enviar el agua a la tierra, pero tambi&eacte;n
podían
enviar granizo, sequía
o lluvia en demasía
que provocaban la muerte de las plantas, por lo que era necesario
mantener el lado positivo de los dioses para que esto no
ocurriera.
Piezas exhibidas
Tezcatlipoca
Espejo humeante
Objetos de obsidiana
Quetzalcóatl
Quetzalcóatl
Xólotl
Corte de caracol
Brasero. Sacerdote de Quetzalcóatl
Ehécatl-Quetzalcóatl de Calixtlahuaca
Ehécatl
Mono-Ehécatl
Vasijas policromadas
Almena de Tláloc
Olla Tláloc
Relieve de Tláloc
Divinidad asociada a Tláloc
Brasero de Tl&aacuyte;loc
Lápida de Tláloc
Chalchiuhtlicue
Lápida de Chinola
Escultura de Chalchiuhtlicue
Máscara de Chalchiuhtlicue
Nappatecuhtli
Xipe-Tótec
Xipe-Tótec
Xipe-Tótec
Objetos de oro
Rayo solar de Teotenango
Xochipilli
Chicomecóatl
Chicomecóatl
Chicomecóatl
Xilonen
Pitao Cozobi
Deidades de la vegetación
Calabaza
Caracol marino
Pulgas
Conejos
Cabeza de serpiente teotihuacana
Serpiente enroscada
Serpiente policromada
Coyote
El coyote es un mamífero
rapaz, que estaba relacionado con la sexualidad humana y la
propiamente animal.
Jaguar
Lápida del águila
Copa de Zaachila
En el pensamiento mexica, Huitzilopochtli, el dios de la guerra,
era simbolizado por un colibrí,
su nombre era Colibrí-Zurdo
y era la encarnación
del sol.
Sala
8
Los dioses de la muerte: Guerra e inframundo
La agricultura y la guerra fueron dos aspectos fundamentales sobre
los que se asentaba la economía
de los pueblos prehispánicos.
En el caso de la guerra, los dioses mismos luchaban entre sí
para crear al hombre y proporcionarle el alimento básico.
La guerra entre los hombres se daba con el fin de obtener un
tributo que se imponía
al pueblo conquistado. Existía
entre los mexicas y otros pueblos del Altiplano la "guerra florida"
para tomar prisioneros para el sacrificio. Recordemos que a los
guerreros muertos en combate o sacrificio se les deparaba
acompañar
al Sol desde el amanecer hasta el mediodía.
Las mujeres muertas en parto acompañaban
al Sol desde el mediodía
hasta el atardecer. Por eso el oriente era la parte masculina
del universo y el poniente la femenina.
La guerra fue el medio por el cual se alimentaba el Sol para que
no detuviera su andar. Algunos poemas nos hablan de ello:
Ya se sienten felices
los príncipes,
con florida muerte a filo de obsidiana,
con la muerte en la guerra.
En contraposición
con los dioses de la vida tenemos a los de la muerte. Mictlantecuhtli
y Mictlancíhuatl
eran la dualidad que se encontraba en el Mictlán,
el noveno y más
profundo de los niveles del inframundo. Se les muestra descarnados
y en ocasiones ricamente adornados. Para llegar el inframundo el
individuo tenía
que ser devorado por Tlaltecuhtli, Señor
de la tierra, que con sus grandes fauces comía
la carne de los muertos; a partir de ese momento, continuaba su
camino lleno de peligros para llegar, finalmente, al Mictlán.
Muchos son los animales e insectos asociados a los dioses de la
muerte. Desde el perrito que ayudaba a cruzar el río
hasta el murciélago,
animal que vive en cuevas y que sale en las noches. La cueva era
lugar de vida y de muerte; de ella podían
nacer pueblos pero era también
la entrada al inframundo, de allí
su asociación
con la muerte. Entre los insectos tenemos arañas,
alacranes y ciempiés
representados entre el pelo crespo del Señor
de la tierra, Tlaltecuhtli.
Piezas exhibidas
Murciélago
Sacerdote de la muerte
Relive de la guerra
Cuchillos-rostro y "Excéntrico"
Máscara-cráneo
Tzompantli
Copas bicónicas
Urna funeraria
Altar de los animales de la noche
Altar de Itzpapálotl
Relieve con motivos de sacrificio y muerte
Mural de Tenayuca
Fragmento de mural procedente de Tenayuca, que muestra motivos
de cráneos y huesos cruzados.
Columna vertebral
Cajetes con decoración de huesos y cráneos
Cabeza de hombre muerto
Perro aullando
Relieve de Tlaltecuhtli
Lápida de Izapa
Mictlantecuhtli mixteco
Mictlantecuhtli mexica
Vasija del Dios mofletudo
Mictlantecuhtli totonaca
Rosetón de Mictlantecuhtli
Ciuhateteo
Ciuhateteo totonaca
Clavo-cráneo
Coyolxauhqui
Cabeza semidescarnada
Tlaltecuhtli
Braseros ceremoniales
Deidad maya de la noche
Deidad maya relacionada con la noche y la muerte.
Guerrero águila
Mictlantecuhtli
CURADURÍA
Eduardo Matos Moctezuma
Asesoría
Felipe Solís
Asistente
Lourdes Cué
MUSEOGRAFÍA
Miguel Ángel Fernández
José Enrique Ortiz Lanz
Asistentes
Margarita Montaño
David Aceves
Rubén Rocha
Diseño de la imagén gráfica
Margen Rojo, S. C.
Apoyado por:
UNAM, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Ciudad de México
DDF, Antiguo
Colegio de San Ildefonso, Grupo Tribasa, ARDF.
Hacia una colección, en venta via www,
de Libros, Revistas y otros textos
relacionados con la Cultura y el Arte prehispánico
[
Catálogo]
Hacia otros lugares de interés:
[Myths and Legends],
[
Mexico's Indigenous Home Page],
[Cultura y entretenimiento
] (Servidor de la Universidad de Guadalajara)
Comentarios y sugerencias, a cerca de esta página:
Daniel Olguín
Ultimo cambio
9 de Enero de 1996
NOTA ACLARATORIA: En ningún momento pretendo ser el autor
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en recolectarla y ponerla en red
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personal, de tal suerte que son
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